martes, 30 de mayo de 2006

El Anatema


.......Ella caminaba sabiéndolo todo. Sus cabellos lisos y negros, sus ojos pícaros, su desplante alegre la hacían amable. Amable… Amarla era fácil. El amor a primera vista era cosa de todos los días. La brisa otoñal acariciaba su cuerpo, sus manos, su vestido, el sol le cubría la piel mientras se desplazaba. Caminó hacia mí. Su mirada de pronto fue sombría, penetrante, seria, densa; campanas de otro mundo sonaron en mi pecho, los pájaros abandonaron el árbol. Recordé a Leonor… a Edgar observando al cuervo en su portal. Un fantasma atravesó nuestra distancia. Finalmente lo consiguió, la fina daga de sus ojos se clavó en mi claridad.

.......Y susurró: Nunca más. Era hermosa, su ropa negra y flamígera encendía la blancura de su piel, la suavidad de su mirada femenina, el tono de sus labios jóvenes. La mano que me tendía hacia el abismo era la más dulce caricia, la mano de una dama que mil veces debe ser besada. Una leve sonrisa y un brillo en sus ojos, bastó para seguir el camino purpúreo hacia la profundidad.

sábado, 20 de mayo de 2006

Inevitables nocturnos de Mayo, deseos de escribir el delirio, mas, aflora la visión intermitente de sensaciones antiguas. Viva la Fuerza.

Electricidad azul desde el Cielo,
Flamas eléctricas desde la Tierra;
Lanzas y vientos desde el Norte,
Lluvias y hachas desde el Sur;
Máquinas supersónicas desde Oriente,
Naves y discursos desde Occidente.

Ella toma entre sus manos a su gato de algodón,
Algodonados sus ojos,
Algodonados su senos,
Ella se acurruca y bebe miel de abejas.

Zumbidos chocantes diagonales
Forman ángulos estridentes,
Electricidad roja desde el cielo,
Nieves eternas se disuelven.

El viejo mira el horizonte
Luego de tomar aguas cristalinas,
El cóndor lo saluda a la distancia
Mientras el huemul mira el campo abierto.

Guerras sangrientas en el centro,
Explosiones arriba, abajo,
Guillotinas ondulantes cortan el viento.

Sinfonías tremendas se apoderan de la biosfera.
Calma… paz… en la plataforma emplumada.

Abstracción y delirio en el campo de batalla.

Blancura y seriedad en el sillón alto.

Paz en el alma de los niños.

Extrema apertura de ojos en la mirada de los dictadores.

Reverencia en la presencia de los guías.

Recuento y memoria, arrepentimiento.

Generaciones y generaciones agachando la cabeza.

Dulces lágrimas en los ojos de los enterados.

sábado, 13 de mayo de 2006

Aprecio las palabras de Ernesto. Lamentablemente el destino ha puesto una barrera entre sus palabras y mi voluntad. La historia se escribe a cada segundo, la existencia se sitúa en la punta del cometa, no importa la estela que deja, no importa el espacio que impacta, su tiempo no existe, sólo existe el universo. El viaje es más sencillo de lo que parece. La órbita está establecida, el cometa ha de dejarse llevar por los confines del firmamento. Ernesto, si supieras que tu llanto puede ser tan dulce como inútil, que cada sueño y recuerdo de la que nunca regresará es solo un viento efímero de otoño.

Enceguecido en su estela el cometa ha ignorado un majestuoso espectáculo: la nebulosa terrible y gigante, que con inconmensurable espectáculo, rojizo, dibuja la cabeza de un caballo. Las palabras de Ernesto son dulces como el canto de la lluvia de invierno.

Ella ha muerto hace años, ella se ha disuelto en la estela del cometa.

La historia se escribe a cada segundo, la existencia se sitúa en la punta del astro, no importa la estela que deja, no importa el espacio que impacta, su tiempo no existe, sólo existe el universo. El viaje es más sencillo de lo que parece. La órbita está establecida, el cometa ha de dejarse llevar por los confines del firmamento. Ernesto, si supieras que tu llanto puede ser tan dulce que deseo acompañarlo.

Ella ya no está. Recuerdo aquella vez en que jugamos y penetré en ella mi mirada y todo mi ser. ¡Entró avasalladora por mis venas! Oh, Ernesto… no me quiero convertir en tu patético reflejo.

El cometa se aproxima a un planeta y hará impacto. La estela queda en el olvido, la muerte inminente se aproxima; el estallido, los preceptos divinos, la meditación en la vibración eléctrica... la paz del éxtasis del fuego secreto embriaga al ser deshumanizado.


( *ernesto del sábato)

jueves, 4 de mayo de 2006

La ciudad "Sin" (del pecadillo?)


Inevitablemente ando mirando y sacándole el color a Concepción. Con más de una persona he intersectado observaciones sobre ella.



Alguna rara sustancia se apodera de los aires de la pequeña urbe, ciudad odiada, ciudad querida. Algunos detestan la baja intensidad y la soberbia de sus habitantes, "que se creen esto y lo otro, capital del rock, etc, que de acá salió tal personaje, incluso en la farándula. Bueno, si estudiáramos antropológicamente al penquista (que viene de Penco), habría que relatar una tremenda historia.



Lo que me llama la atención es que de todas formas predomina cierta belleza en la ciudad, una belleza en la carencia, una belleza que aman los que odian Concepción.



Por ejemplo, el otoño penquista es superlativo, amplificado. Y me gusta porque puedo imaginar budas de piedra entre la hojarasca. Concepción es una ciudad donde no hay budas entre la hojarasca. Tras los cerros o en la cima de ellos pareciera estar el espacio ideal para edificar catedrales góticas, puntiagudas y gigantes, y no las hay; tampoco hay por las calles gentes que en masa representen una elocuencia como espíritu de época, ni el río es navegable por embarcaciones serenas.

Nada de eso hay, pero incluso esa carencia lo hace romántico.

O quizás simplemente busco una manera de justificar esa sustancia dulce y agraz que respiro cada vez que camino por esa ciudad cuadriculada. Lluvias dulces, lluvias amarguísimas. Hojas secas que no he querido pisar y otras que han desaparecido pulverizadas instantáneamente bajo mi suela.



Bueno... así es esa ciudad, que queda al otro lado del río, ya que yo vivo en San Pedro de la Paz, jua.

(San Pedro, en la primera foto de arriba, queda en el borde superior de la imagen, tras las aguas del Bio bío, que apenas se advierten al igual que los 2 puentes)