lunes, 9 de junio de 2008

Ningún momento es igual a otro

.


Deja vû...
pensé luego de sentir.

Aquello se alojó en mi alma como un nuevo día de verano,
como amanecer visto en días anteriores.

Solté las riendas para ser llevado por el viento...
entonces, acariciado tiernamente por un bálsamo sin tiempo,
cerré los ojos para volverme indolente...

Amarré, con paciencia, las cuerdas que afirman las lámparas internas.

La visión: "un monte, atrás las piedras. Adelante, más de ellas."
El rocío encendía las perladas luces del reflejo estrellado.

Abrí los ojos para al fin sentir el vértigo de la grandeza.

Deja vû... pensé luego de sentir
como se abrían las celosas compuertas.



.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Diego:

muchísimas gracias por tus buenos comentarios, ello es la principal motivación de todos nosotros

muy bonita tu página, además de lo escrito.. bien esporádico, pero preciso ;)

un gran abrazo